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Más estadounidenses que nunca se identifican como LGBTQ+.

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Team Zandora
  • 2. abr kl. 06:06
  • 6 minutter

Una nueva encuesta de Gallup publicada en febrero de 2025 muestra que el 9,3 % de los adultos estadounidenses se identifican ahora como parte de la comunidad LGBTQ+. Es la proporción más alta que Gallup ha registrado desde que comenzó a recopilar datos sobre la orientación sexual y la identidad de género de la población en 2012. Las cifras marcan una evolución notable en la sociedad estadounidense, donde declararse lesbiana, gay, bisexual, transgénero o queer se ha vuelto más común y, para algunos, menos asociado con el estigma social. En 2020, la proporción era del 5,6 %, lo que significa que casi el doble de estadounidenses se identifican abiertamente como LGBTQ+ en comparación con hace solo cinco años.

Las cifras muestran claramente que nos encontramos en medio de un cambio cultural en el que las cuestiones de identidad y orientación sexual se abordan más abiertamente, tanto en los medios de comunicación como en las familias y en el debate público. Al mismo tiempo, esto plantea nuevas preguntas sobre cómo deben adaptarse instituciones como el sistema educativo, el sistema sanitario y el mercado laboral a una población más diversa.

Las generaciones más jóvenes impulsan el cambio

Entre los datos demográficos, la Generación Z (nacidos entre 1997 y 2006) destaca de forma significativa. Aquí, nada menos que el 23,1 % se identifica como LGBTQ+, casi uno de cada cuatro. Se trata de una proporción significativamente mayor que entre los millennials (nacidos entre 1981 y 1996), donde la cifra es del 14 %. En el caso de la Generación X (nacidos entre 1965 y 1980), la cifra es del 5 %, mientras que entre los baby boomers (2,3 %) y el grupo de mayor edad, la denominada Generación Silenciosa (1,8 %), el porcentaje es aún menor.

La diferencia apunta a una clara tendencia: cuanto más joven se es, mayor es la probabilidad de identificarse fuera de la norma heterosexual o cisgénero. Esto puede deberse tanto a un cambio de actitud en la sociedad como a una mayor libertad para experimentar o expresar la propia identidad. Para muchos jóvenes, el género y la sexualidad no son categorías fijas, sino algo que puede ser fluido y personal.

La psicoterapeuta y sexóloga Maj Tverskov, que trabaja a diario con cuestiones de género e identidad, explica esta evolución de la siguiente manera:

«En los últimos años estamos asistiendo a un rompimiento con las ideas binarias sobre el género y la sexualidad. Los jóvenes tienen acceso a un lenguaje mucho más amplio para describir quiénes son, lo que significa que más personas se atreven a ser abiertas sobre su identidad, no solo ante los demás, sino también ante sí mismas».

La bisexualidad es la más extendida

Cuando se analiza cómo se identifican el 9,3 % dentro del espectro LGBTQ+, se obtiene una imagen clara: la bisexualidad es la identidad más extendida. El 5,2 % de los adultos encuestados se identifica como bisexual, lo que equivale al 56 % de todos los que afirman pertenecer al colectivo LGBTQ+.

En comparación, el 2,0 % se identifica como homosexual (hombres atraídos por hombres), el 1,4 % como lesbiana (mujeres atraídas por mujeres) y el 1,3 % como transgénero. Además, el 0,6 % indica otra identidad, como pansexual, asexual o queer.

El hecho de que la bisexualidad ocupe un lugar tan importante en las estadísticas es un punto importante, sobre todo porque los bisexuales suelen ser ignorados tanto en contextos heteronormativos como homosexuales. Al mismo tiempo, las cifras demuestran que la orientación sexual no es necesariamente una cuestión de «o una cosa o la otra», sino que a menudo conlleva matices y complejidad, algo que la sociedad estadounidense está empezando a percibir cada vez más.

El género y la política influyen

El estudio también muestra que las mujeres se identifican en mayor medida que los hombres como LGBTQ+. El 10 % de las mujeres responde afirmativamente a la pregunta, frente al 6 % de los hombres. En particular, la proporción de mujeres que se identifican como bisexuales es mayor, lo que, según los investigadores, puede estar relacionado tanto con la aceptación social como con las ideas culturales sobre la sexualidad de las mujeres.

También se observan diferencias significativas en función de la orientación política. Entre las personas que se identifican como liberales, la proporción es del 21 %, mientras que solo el 3 % de los conservadores se identifica como LGBTQ+. La distribución también es clara en términos de afiliación política: el 14 % de los demócratas responde que es LGBTQ+, frente a solo el 3 % de los republicanos. Esto demuestra que la identidad no es solo una cuestión personal, sino que también se ve influida por las estructuras sociales y políticas.

La ciudad, el campo y la lucha cultural estadounidense

La geografía también influye. En las zonas urbanas, el 11 % se identifica como LGBTQ+, en los suburbios el 10 %, mientras que en las zonas rurales solo el 7 %. Esto confirma una tendencia bien conocida en Estados Unidos, donde las grandes ciudades y los entornos urbanos funcionan en mayor medida como refugios para la diversidad de género y sexualidad. En el campo, las normas sociales y los valores conservadores pueden seguir ejerciendo presión sobre quienes rompen con la norma.

En un momento en el que los derechos LGBTQ+ están bajo presión en muchos lugares de Estados Unidos, con nuevas leyes sobre la educación sexual, la prohibición de las personas trans en el deporte y las restricciones al acceso a los tratamientos de reasignación de género, las cifras de Gallup también son testimonio de una lucha cultural. Mientras algunos intentan hacer retroceder los derechos, una nueva generación se alza y exige ser vista y escuchada en sus propios términos.

Una sociedad en transformación

La encuesta de Gallup se basa en entrevistas telefónicas realizadas a más de 14 000 adultos estadounidenses durante 2024. Esto la convierte en uno de los estudios más completos y fiables sobre la identificación LGBTQ+ en Estados Unidos. Según el propio instituto, se seguirá la evolución año tras año para documentar cómo cambia la autopercepción y la expresión de la identidad de la población a lo largo del tiempo.

Todo apunta a que la proporción seguirá aumentando a medida que la Generación Z y las generaciones posteriores vayan creciendo. La sociedad estadounidense avanza, lenta pero seguramente, hacia una mayor visibilidad y aceptación. Pero esto no ocurre sin resistencia, por lo que las cifras también pueden interpretarse como un recordatorio: de la necesidad de escuchar nuevas voces y de que la política de identidad no se trata solo de palabras y etiquetas, sino de personas y sus vidas.

A la luz de esto, la oposición de Donald Trump a las iniciativas DEI (Diversidad, Equidad e Inclusión) resulta especialmente problemática. Su política, que intenta activamente limitar el enfoque en la diversidad y la igualdad en las instituciones públicas y el mundo empresarial, corre el riesgo de marginar precisamente a los grupos que, según muestra este estudio, están en crecimiento y necesitan visibilidad y reconocimiento. Las cifras hablan por sí solas: no es la minoría la que está creciendo demasiado, son los sistemas los que deben adaptarse a la realidad.


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